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La ocupación de viviendas ha sido un tema mediático recurrente en los últimos años, generando una percepción de inseguridad que, en muchas ocasiones, no se corresponde con la realidad estadística. La viralización de casos puntuales, especialmente a través de redes sociales y medios digitales, ha alimentado la narrativa del miedo, provocando una preocupación desmedida, sobre todo entre compradores internacionales que residen fuera de España y siguen las noticias desde la distancia.
Lo que dicen los datos
Sin embargo, los datos oficiales aportan una imagen muy distinta. Según cifras del Ministerio del Interior, los casos de ocupación suponen tan solo un 0,15% del total de viviendas en España, una cifra marginal que refleja la baja incidencia real del fenómeno. Aún más relevante es que la gran mayoría de estos casos se concentran en zonas especialmente vulnerables, en edificios abandonados, inmuebles sin mantenimiento o propiedades que pertenecen a entidades bancarias y fondos de inversión. Es decir, en contextos muy alejados del perfil de vivienda prime.
Madrid, además, no figura entre las regiones más afectadas por ocupación, y mucho menos en sus distritos de mayor valor inmobiliario. En barrios como Salamanca, Retiro o Chamartín, no hay casos registrados.
Propiedades de alto valor: un perfil fuera del radar
Las viviendas de alto valor se sitúan fuera del radar habitual de la ocupación ilegal. Inmuebles con portería, vigilancia, cámaras de seguridad, servicio de conserjería o gestión diaria, y con presencia constante de vecinos, ofrecen un entorno seguro y controlado. Además, muchas comunidades disponen de sistemas de control de acceso y protocolos de actuación rápida, lo que permite detectar cualquier intento de intrusión de forma inmediata.
Madrid se posiciona, hoy más que nunca, como uno de los destinos más sólidos y atractivos para invertir en vivienda de alta gama. La combinación de estabilidad jurídica, baja tasa real de ocupación y servicios profesionales de acompañamiento en todo el proceso de compraventa, refuerza la confianza del comprador y consolida la capital como una apuesta segura para invertir en patrimonio inmobiliario de calidad.
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